3 de enero de 2025 - 11:50 AM 
Por La Redacción 

El 3 de enero de 1920, México se vio afectado por un terremoto de magnitud 6.4 que tuvo su epicentro en Quimixtlán, Puebla, cerca de Xalapa, Veracruz.


La serie de fenómenos naturales devastadores cobraron la vida de más de 7,000 personas y destruyeron pueblos enteros. Una secuencia de sismos y erupciones volcánicas estremeció varias regiones del país, provocando una catástrofe sin precedentes en la historia reciente.


El sismo de Xalapa del 3 de diciembre de 1920 tuvo su origen en la zona limítrofe de los estados de Veracruz y Puebla. El epicentro se localizó muy cerca de la comunidad de Quimixtlán, Puebla, aproximadamente a unos 32 km al suroeste de la Ciudad de Xalapa, Veracruz. Probablemente se debió a una falla local relativamente superficial con una profundidad no mayor que 10 km.


Este sismo de Xalapa de 1920, y el de Acambay de 1912, ponen de manifiesto el peligro sísmico que existe en la Faja Volcánica Trans Mexicana, donde existen varias fallas activas que han provocado temblores importantes en el pasado.



En primer lugar, varios temblores de gran magnitud afectaron diversas zonas, causando derrumbes masivos, destruyendo infraestructuras y arrasando comunidades. Las personas quedaron atrapadas entre los escombros, y las ciudades más afectadas no pudieron hacer frente a la magnitud de los daños.


En paralelo, los volcanes en varias partes de México comenzaron a entrar en erupción, lo que agravó aún más la situación. Las columnas de ceniza oscurecieron el cielo y las lava arrasó con las tierras circundantes, desplazando a miles de personas y dejándolas sin hogar.


Los socorristas, aunque bien intencionados, no lograron llegar a tiempo a muchas de las víctimas debido a la magnitud de los desastres. Las condiciones de vida empeoraron rápidamente, con escasez de alimentos, agua potable y servicios básicos. La tragedia fue aún más grande porque la infraestructura de transporte y comunicación fue severamente afectada, lo que dificultó los esfuerzos de ayuda.


Este evento catastrófico marcó un punto doloroso en la historia sísmica de México, un país que ya ha experimentado numerosos terremotos y erupciones volcánicas a lo largo de su historia. A raíz de esta tragedia, se iniciaron esfuerzos para mejorar la preparación y respuesta ante desastres, así como una mayor atención a la actividad volcánica y sísmica en todo el país.